lunes, 25 de febrero de 2008

Un Oscar con sabor a tortilla de patatas



Cuando ví la película, supe que se lo iban a dar.
Psicópatas asesinos en el cine hay muchos, con algunos, como Hannibal Leckter en el Silencio de los Corderos, se llega a empatizar y pueden generar hasta cierta compasión por parte del espectador... Con Javier no. Su personaje es mucho más duro.

Con su apariencia y su peinado, invita a subestimarlo, a reirse de él... y poco a poco va generando odio, ganas de que alguien acabe con él.

Un buen papel (secundario?) y una buena interpretación. Felicidades.

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