sábado, 8 de marzo de 2008

Tirarse a la pircina

Se me había olvidado cuan agradable es bañarse en la pircina... Despues de haberme tirado a un par de pircinas vacías y en alguna que otra balsa de riego, aprendí a contenerme, a pasearme por el borde, y mirar. Como mucho un chapuzón. Pero sin dejar que el agua me mojase apenas.

Cuando se lleva tiempo bordeando las pircinas sin saltar al agua... llega un momento en que, aunque se sepa nadar, ya no se siente la necesidad de darse un baño. Lo más que se llega es a tocar el agua para comprobar la temperatura.

Hace poco decidí saltar de nuevo, y ahora nado feliz en una pircina de agua binaria.

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